Luego de pasar 19 semanas en un hospital a causa de una embolia cerebral, un hombre de 68 años quedó incapacitado para volver a sentir tristeza, ya que como consecuencia del ataque se desactivó la región del cerebro que procesa esta emoción.
De acuerdo con los médicos, es sumamente común que después de un incidente de este tipo la persona sufra algún cambio en sus capacidades psicológicas, emocionales y aun de comportamiento.
En el caso de Malcolm Myatt, el nombre del paciente, apenas salió del sanatorio notó una afectación en su memoria a corto plazo y solo con el paso de los días se dio cuenta de que “nunca estaba deprimido”.
“De cualquier modo estar triste no ayudaría. Definitivamente preferiría estar feliz todo el tiempo que lo otro. En realidad es una ventaja”, declaró al respecto Myatt.
Por su parte la neuróloga del hospital de Charing Cross explicó que durante una embolia la interrupción del flujo sanguíneo al cerebro provoca una muerte de células irrecuperables, y dado que cada ataque afecta regiones cerebrales distintas, las consecuencias son impredecibles.
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